Recientemente ha habido avances importantes, la razón por la que se han prohibido muchas cuentas puede estar relacionada con la plataforma que combate el comportamiento de los crawlers, detrás de esto hay en realidad una dura confrontación entre el derecho de acceso a los datos y el desarrollo innovador.
Una cierta plataforma social, bajo el pretexto de un uso regulado, podría estar en realidad implementando un control del mercado. Las tarifas de uso de API de hasta 210,000 dólares al mes se convierten, en esencia, en una especie de "impuesto sobre datos" para los desarrolladores. Cuando equipos de desarrollo como GMGN y Eliza optan por raspar datos debido a los altos costos que no pueden afrontar, la plataforma no elige negociar, sino que adopta medidas drásticas de bloqueo directo.
Esta serie de acciones ha suscitado reflexiones: ¿son estas medidas de la plataforma para mantener la salud del ecosistema, o están sofocando la posibilidad de innovación?
El problema más profundo es que esta práctica revela la falla fundamental de las plataformas de redes sociales centralizadas: el contenido y los datos generados por los usuarios no son propiedad exclusiva de la plataforma, sin embargo, estos datos se utilizan como una herramienta para presionar a los desarrolladores, formando una relación de poder desigual.
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Recientemente ha habido avances importantes, la razón por la que se han prohibido muchas cuentas puede estar relacionada con la plataforma que combate el comportamiento de los crawlers, detrás de esto hay en realidad una dura confrontación entre el derecho de acceso a los datos y el desarrollo innovador.
Una cierta plataforma social, bajo el pretexto de un uso regulado, podría estar en realidad implementando un control del mercado. Las tarifas de uso de API de hasta 210,000 dólares al mes se convierten, en esencia, en una especie de "impuesto sobre datos" para los desarrolladores. Cuando equipos de desarrollo como GMGN y Eliza optan por raspar datos debido a los altos costos que no pueden afrontar, la plataforma no elige negociar, sino que adopta medidas drásticas de bloqueo directo.
Esta serie de acciones ha suscitado reflexiones: ¿son estas medidas de la plataforma para mantener la salud del ecosistema, o están sofocando la posibilidad de innovación?
El problema más profundo es que esta práctica revela la falla fundamental de las plataformas de redes sociales centralizadas: el contenido y los datos generados por los usuarios no son propiedad exclusiva de la plataforma, sin embargo, estos datos se utilizan como una herramienta para presionar a los desarrolladores, formando una relación de poder desigual.