Entre finales de 2024 y principios de 2025, el ecosistema de Cosmos se ha convertido en centro de atención, aunque por causas poco favorables.
El 5 de agosto de 2025, el valor del token principal de Cosmos, ATOM, descendió hasta los 4,20 $, una caída del 90 % respecto a su máximo histórico. Desde finales de 2024, proyectos destacados como Osmosis (OSMO) han retrocedido un 79 %, JUNO ha prácticamente desaparecido tras caer un 82 %, y hasta el sólido Injective (INJ) ha pasado de 34 $ a solo unos 12 $. Así, tokens como Kava, Evmos, Cronos y Fetch.AI han acumulado pérdidas generalizadas en todo el ecosistema.
En 2022, Cosmos desafió la tendencia bajista del mercado y alcanzó el segundo puesto en TVL. Sin embargo, ahora experimenta una erosión de valor sin precedentes. Antes referente de la interoperabilidad blockchain, ¿qué ha ocurrido en el ecosistema de Cosmos? ¿Por qué Cosmos ha pasado de estrella del DeFi en 2021 a quedarse rezagado en el mercado actual? ¿Cuál es el origen de esta transformación tan abrupta?
Un análisis detallado del desempeño reciente revela fuerzas de fondo mucho más profundas detrás de la crisis, que superan ampliamente las oscilaciones típicas del mercado.
A comienzos de 2024, el anuncio del airdrop de Celestia (TIA) sacudió a la comunidad cripto. Pocos esperaban que esta oleada de tokens gratuitos fuese el inicio de una pesadilla para el ecosistema Cosmos.
Celestia opera como una red modular de disponibilidad de datos basada en Cosmos SDK, integrada de forma nativa con el ecosistema Cosmos mediante el protocolo IBC (Inter-Blockchain Communication).
Apenas un año antes, en primavera, TIA subió hasta los 20,17 $, y las redes sociales se inundaron de historias de fortunas instantáneas. Sin embargo, la euforia apenas duró dos meses antes de desatarse una violenta ola de ventas: TIA cayó un 91,9 % y apenas supera ahora los 1,60 $.
Este colapso resonó en el conjunto del ecosistema Cosmos.
El airdrop de Celestia representa perfectamente el ciclo “de la expectación al desplome” que lastra a Cosmos. El anuncio de un airdrop genera una avalancha de especuladores, los precios se disparan y parece que el ecosistema cobra vida.
Pero este tipo de repuntes basados en expectativas, y no en sólidos fundamentos, resulta insostenible. Los primeros tenedores se retiran con beneficios, provocan una caída de precios, un pánico generalizado y una oleada de ventas aún mayor, que termina en el colapso.
Osmosis vivió un fenómeno similar durante la fiebre del liquidity mining de 2022, pasando de máximos de 11 $ a cotizar hoy en torno a 0,17 $.
Cada repetición de este ciclo mina la confianza y agota el capital: el afán especulativo a corto plazo desplaza a los desarrolladores auténticamente comprometidos y sume el ecosistema en la volatilidad y la precariedad.
Mientras los proyectos del ecosistema quedan atrapados en este círculo vicioso, el activo principal de Cosmos, ATOM, también choca contra un obstáculo persistente.
En la arquitectura multichain paralela, el papel de ATOM como “combustible de red” no ha conseguido generar un círculo virtuoso. La mayoría de subcadenas funcionan con tokens propios y no dependen de ATOM, lo que dificulta que la actividad y el valor retornen al activo principal.
El modelo de alta inflación y suministro ilimitado ha incentivado el staking y la gobernanza, pero ejerce una presión constante a la baja sobre el precio. Además, la filosofía de Cosmos de “construye tu propia cadena” impulsa la innovación y la competencia, pero a la vez fragmenta la actividad y deja los proyectos aislados—en contraste con Ethereum, que concentra la mayor parte del valor del ecosistema en ETH.
ATOM se ha convertido en un emperador títere dentro de Cosmos: los problemas de gobernanza no dejan de multiplicarse y la federación apenas obtiene beneficios reales.
El caso de JUNO ilustra bien estos retos: en abril de 2022, la comunidad detectó cómo una ballena eludía los límites del airdrop mediante diversas carteras, llegando a acumular unos 35 millones de dólares en JUNO.
Tras un debate intenso, el DAO de JUNO sometió a votación la Propuesta 20 el 29 de abril de 2022 para confiscar esos tokens, y la medida entró en vigor el 4 de mayo.
Esta medida generó una profunda fractura en la comunidad y minó la confianza de los inversores en la gobernanza de JUNO. El colapso de la gobernanza no resolvió los problemas técnicos ni los de mercado: solo aceleró el declive. El precio de JUNO se desplomó de 43 $ a 0,09 $, una pérdida del 99 %.
Sin embargo, estos no son los únicos retos de Cosmos, ni son exclusivos de este ecosistema.
Al abordar la crisis de Cosmos, en realidad aflora la profunda inquietud que comparten todos los ecosistemas multicadena: una brecha persistente entre la innovación tecnológica y la adopción de mercado real.
En abril de 2025, Cosmos lideró el ranking de actividad desarrolladora entre todos los proyectos blockchain. Ahora bien, este aparente dinamismo enmascara un descenso generalizado en la actividad real de desarrolladores en el sector cripto.
Fuente: developer report
La ralentización afecta a todos los ecosistemas: el número de desarrolladores en Ethereum retrocedió un 2,54 %, BNB Chain cayó un 9,45 %, y Polygon, Arbitrum, Optimism y Avalanche descendieron un 10,35 %, 7,62 %, 6,82 % y 12,08 % respectivamente.
Polkadot ocupa la décima posición, con 3.400 contribuciones, y su número de colaboradores bajó un 0,91 % hasta 325. Ante la lentitud de la actualización JAM y una competencia creciente, la comunidad de Polkadot llegó a lanzar un mensaje urgente: «Reaccionar o desaparecer».
Los sistemas multicadena comparten desafíos estructurales comunes:
La situación actual de mercado acentúa estos problemas.
En el segundo trimestre de 2025, la capitalización total del mercado cripto superó los 3,5 billones de dólares estadounidenses, espoleada por la entrada de capital institucional que prioriza el control de riesgos, la liquidez y el cumplimiento normativo.
Para los inversores institucionales que buscan rentabilidad estable, Bitcoin y Ethereum resultan mucho más atractivos que los proyectos multicadena experimentales. Esta reorientación del capital está apartando aún más a los ecosistemas multicadena tanto en liquidez como en capacidad de financiación.
Además, la institucionalización está desencadenando un inesperado “efecto Mateo” en la infraestructura: los ganadores se distancian cada vez más del resto.
Las stablecoins se han constituido en el pilar que enlaza las finanzas tradicionales con el cripto, pero todo su desarrollo se concentra en las redes maduras. A medida que las stablecoins pasan a ser esenciales como un servicio público en el nuevo sistema financiero, los ecosistemas multicadena quedan relegados.
Este contexto obliga a estas redes a repensar su propuesta de valor y a ir más allá de la competición técnica, para centrarse en la experiencia real de usuario y la adopción práctica.
Este cambio de foco no solo es imprescindible para la supervivencia; podría detonar el próximo ciclo innovador.
A fecha de 2025, Cosmos afronta una encrucijada decisiva.
Desde su lanzamiento en mainnet en 2019 con el objetivo de crear una “Internet blockchain”, pasando por la fiebre por la interoperabilidad en 2021 cuando ATOM alcanzó los 44,70 $, hasta la profunda reflexión en torno a los 3,50 $ durante el mercado bajista de 2022–2024, Cosmos ha seguido una evolución clásica pero con rasgos distintivos para un proyecto blockchain.
Pese a las cifras inquietantes en este periodo crítico, Cosmos está inmerso en una transformación de fondo.
Las proyecciones sobre Cosmos (ATOM) siguen muy polarizadas. En el corto plazo, CCN y Changelly prevén caídas basándose en indicadores técnicos (como RSI y medias móviles), mientras que CoinLore y CryptoNewsZ mantienen una visión alcista y esperan rupturas por encima del rango 20–40 $.
Con el futuro abierto, factores como la expansión del ecosistema, las actualizaciones técnicas, el sentimiento de mercado, la regulación y la competencia serán decisivos en la evolución.
Es fundamental recordar que los efectos reales de cualquier reforma técnica o de gobernanza solo podrán evaluarse con el tiempo.
La competencia de soluciones Layer 2 y otros protocolos de interoperabilidad persiste, mientras que las políticas de la Reserva Federal y los riesgos geopolíticos siguen influyendo en el panorama cripto. Lo más relevante es que el tránsito del idealismo al pragmatismo es duro, pero también imprescindible; requiere conjugar innovación y realidades de mercado.
La experiencia demuestra que los grandes avances tecnológicos y ecosistemas surgen a menudo de las crisis más agudas. Cosmos necesitará tiempo para demostrar si su destino es el renacimiento o el declive.