En enero de 2025, la SEC estableció el Cripto Task Force, liderado por la comisionada reformista Hester Peirce, con el objetivo de “definir límites regulatorios claros y establecer un marco de divulgación razonable” para los activos de cifrado. Esta acción aborda directamente los puntos críticos de larga data de la industria: durante la última década, la SEC ha dependido principalmente de acciones de cumplimiento en lugar de la creación de reglas, lo que ha llevado al mercado a “luchar con la incertidumbre legal y la fragmentación.”
El presidente interino Mark Uyeda criticó enérgicamente las estrategias pasadas de la SEC—“política de avestruz” y “disparar primero, hacer preguntas después”—durante la primera reunión de la mesa redonda el 21 de marzo, y anunció el fin del modelo de “aplicación improvisada”, avanzando hacia la creación formal de reglas, incluyendo mecanismos de exención y disposiciones de puerto seguro. Este cambio fue descrito por Forbes como una “señal clave de pasar de la aplicación a la comunicación.”
La SEC celebró cinco intensas reuniones de mesa redonda de marzo a junio, abordando los desafíos regulatorios más apremiantes de la industria:
Cada reunión está abierta al público para transmisión en vivo e invita a representantes de la industria a participar en las discusiones, reflejando la aceptación de voces diversas por parte de la SEC.
La sesión especial sobre tokenización en mayo provocó un intenso debate. El presidente de la SEC, Paul Atkins, comparó los valores en cadena con la “transformación de la industria musical de vinilo a la era digital”, argumentando que podría desatar el potencial para dividendos automáticos y una mayor liquidez. Sin embargo, la comisionada Caroline Crenshaw cuestionó su viabilidad práctica, señalando problemas como la escalabilidad insuficiente de las cadenas de bloques públicas sin permiso y las desventajas de la liquidación instantánea; por ejemplo, la liquidación T+0 podría socavar el mecanismo de liquidación neta (que actualmente elimina el 98% del volumen de operaciones) y debilitar la flexibilidad de pago para los inversores minoristas.
La contradicción más profunda radica en la lógica regulatoria: ¿Debería la SEC promover activamente tecnologías específicas? Crenshaw advierte que centrarse en blockchain mientras se ignoran otras tecnologías de libro mayor distribuido es similar a “que el gobierno elija ganadores.”
La transformación de la SEC está impulsada en parte por las presiones competitivas globales:
Al mismo tiempo, el caso de la “Ley de Bitcoin” de El Salvador, que enfrenta un enfriamiento (con solo el 11% de las empresas registradas operando), también advierte que las políticas deben alinearse con las realidades del mercado. Por lo tanto, Peirce aboga firmemente por un “sandbox regulatorio” que permita a los intercambios experimentar con valores tokenizados en un entorno controlado, equilibrando la innovación y el riesgo.
La serie de mesas redondas de la SEC, aunque no produce directamente reglas, sienta una base crucial para la formulación de políticas:
Estas medidas reflejan la visión de la administración Trump de convertir a Estados Unidos en la capital global de la encriptación, pero el éxito depende de si la SEC puede transformar el diálogo abierto de la mesa redonda en reglas claras y aplicables, evitando caer de nuevo en la trampa de “enforcement-first”.
Los responsables de políticas y constructores de la industria se sientan alrededor de una mesa, con las luces enfocadas en la ley de valores federales que cuelga en la sede de la SEC. Cuando el Bitcoin el libro blanco nació hace diecisiete años, esta ley ya existía desde hacía medio siglo; la discusión de la mesa redonda de hoy está reconfigurando silenciosamente la manera en que ambas partes conversan.
La serie de mesas redondas de la SEC marca un punto de inflexión clave en la regulación de la criptografía en EE. UU., pasando de la confrontación al diálogo constructivo. A medida que los temas centrales cambian de debates teóricos a la elaboración de normas, 2025 podría convertirse en el punto de partida para que EE. UU. recupere el liderazgo en la regulación de la criptografía, siempre que estas discusiones puedan trascender los pasillos de Washington y traducirse en normas que el mercado realmente necesita.